Lucero dice: Me frustra no tener el cuerpo de Ninel

Siempre estaré agradecida de lo que me ha tocado vivir

 'El medio artístico es mi vida', dice
 En 1974, la telenovela Mundo deJjuguete hizo soñar a miles de pequeñitas que se metían en la piel de Cristina (Graciela Mauri), su protagonista.

Lucero León Hogaza, entonces de cinco años, formaba parte de ese grupo de niñas y, por increíble que parezca, quiso ser como ella. Así comenzó la carrera de la actriz y cantante que, nacida el 29 de agosto de 1969 en la ciudad de México, como segunda hija de Lucero León Sauvinet y Antonio Hogaza López, es hoy una de las artistas más entrañables.

"NUNCA ESTUVE ABURRIDA"

Lucero, ¿cómo recuerdas tu infancia?
 "Como algo maravilloso, pese a que mis padres se divorciaron cuando mi hermano Antonio y yo éramos pequeños. Desde los cuatro años inquieté a mi mamá con que quería ser artista. Me inscribió a clases de guitarra y canto, y la condición que me puso para cristalizar mi sueño fue sacar buenas calificaciones. Me preparé conforme las cosas iban sucediendo, nunca tomé clases de actuación. En la escuela fui amiguera, cantaba 'rolas' que no existían y platicaba de mis sueños. En casa me entretenía con mis muñecas y salía a la calle para jugar con mis amigos a las escondidillas, o a policías y ladrones. Nunca estuve aburrida. Eso me formó como una niña normal".


¿Cómo fue tu primer contacto con el medio?
 "A principios de 1980, una tía le avisó a mi mamá que estaban audicionando en Televisa Chapultepec para un programa infantil. Entonces me llevó con la guitarra y canté el tema Por qué no ves crecer a las flores, que me habían enseñado en las clases de música. Ahí comenzó todo. César González 'El Pollo' me descubrió. El 17 de febrero de ese año inicié mi carrera en Alegrías de mediodía, del que se desprendió Chiquilladas. En 1983, Valentín Pimstein me ofreció actuar en la telenovela: Chispita. Desde entonces, todo ha sido como una avalancha que no ha parado. Lo que en un principio parecía un sueño, se convirtió en una prioridad y en una forma de vida. Ahí me di cuenta de que el medio artístico era mi vida".


Lamentablemente, te topaste con Sergio Andrade, quien no tardó en operar el clan que se distinguió por corruptela de menores..
 "Por fortuna, mi mamá me alejó de él, luego de que mi hermano escuchara una conversación de Andrade en la que manifestaba abiertamente sus perversiones. Mi madre vio el peligro en alguien que, definitivamente, se mostraba como un ser enfermo, torcido, lleno de oscuridad y horror. Mi mamá y yo nos entendíamos, y yo me dejaba conducir, porque sabía que quería lo mejor para mí".


Como artista has sido siempre perfeccionista, ¿también lo eres como madre?
 "Para algunas cosas. Por ejemplo, no me gusta que mis hijos estén sucios o mojados. No es que los persiga todo el día para que no se ensucien, porque son niños" y me gusta que jueguen. Claro, me encanta lo que hacen, pero siento que no tengo la paciencia como las educadoras y pediatras. No soy estricta. Sólo les doy menos permiso de hacer lo que quieran".

 ¿Estás contenta con lo que has vivido

"Sí. Si volviera a nacer, no dudaría en vivir exactamente igual. Mi vida es plena en todos aspectos. Claro, me frustra no tener el cuerpo de Ninel Conde y no bailar como Michael Jackson, pero de ahí en fuera no me falta nada. Soy muy feliz porque he vivido todas las etapas. No me arrepiento de nada. Dios me ha regalado todo en la vida. Siempre estaré muy agradecida por la existencia que me ha tocado".

¿De qué manera te gustaría ser recordada?
 "Simplemente, como un buen ser humano. Que cuando muera, la gente diga: '¡Qué buena persona era Lucero!'. Eso me agradaría más, a ser solamente recordada como una gran cantante o la mejor actriz. Que todos digan: 'La verdad, me la pasaba muy padre con Lucero'".

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